lunes, 25 de noviembre de 2013

Festival de Cine de Mar del Plata: Las Venas Abiertas

Cichonga (Dir. Esteban Rojas)

El es un héroe antihéroe. Es el monstruo hermoso y bizarro mezcla de Bukowski y la enfermedad de la rabia. Es un tipo rudo con barba y cicatrices, medio rockabilly, ultra trash y transpirado, que gruñe, rockea y se babea. Fue combatiente en las Islas Malvinas y la guerra lo dejó casi muerto. Fue rescatado por un científico (el Dr. Loco) que lo recuperó de las garras de la parca; para salvarlo fue necesario hacerlo dependiente de un combustible poco frecuente. El doctor instaló en el pecho del Cicho un birrómetro. Para sobrevivir, necesita beber su propia cerveza de fabricación casera para mantenerse con energía; el birrómetro indica el nivel de cerveza en sangre. La receta secreta incluye, entre otros ingredientes, pólvora y semen de leopardo iraní; y el resultado es la cerveza Cichonga: Alcohol 200%.
“La Poronga” reza el capot de su fiat 147 blanco fiel corcel, alimentado con el mismo brebaje que su dueño. Cuelga del retrovisor un escudo de Old Boys y media calavera humana se sostiene sobre el torpedo hacia el centro.
Es una película mágicamente asquerosa. Cichonga vive tirando trompadas y bardeando; manchado de sangre, volcado de birra, embebido en su baba, y hasta es meado en la boca. La película no tiene límites y lo que cierra para la trama –impecable- se bizarrea y multiplica.
El villano del héroe antihéroe es Mr. Pancho, un antiguo compañero de Malvinas de Cichonga. Una foto los muestra abrazados, de conscriptos en las islas sosteniendo una Quilmes. El reverso de la misma dice “Lo que pasa en Malvinas, queda en Malvinas. Olbidame. C.”. Sexualmente resentido por el abandono, Mr. Pancho envía a sus  secuaces a robar la provisión de cerveza especial de Cichonga; obligándolo a morir o ir a recuperarlas antes de que el birrómetro llegue a cero.
Planos negros separan las secuencias, lo que da una sensación de comic bastante adecuada para la narrativa de la historia. La estética de Ren & Stimpy en carne y hueso abarca pedos, eructos, tetas, mocos, vómito… La lista de los tabúes transgredidos continúa hasta el canibalismo, pasando por las putas, la falopa, el alcohol y más piñas.
El lenguaje gutural de todos los personajes agrega un encanto; sólo se llega a entender entre los gruñidos, los gritos, las risas y los escupitajos alguna que otra palabra: “birra”, “boludo”, “puta tu vieja. Viva Perón!”.
¿Qué es lo maravilloso? Que la película es una sinfonía. Todos esos elementos que generan rechazo en cierto público, danzan ahora juntos –para otro- en una armonía caótica bellísima; que se desarrolla sobre un universo peludo y con olor a pucho, whisky y sudor donde una persona como Cichonga te enamora y es el bueno.


Eldi: Esteban Rojas nació en Chile y está radicado en Argentina desde 2006. Codirigió junto a Pablo Parés Post: La aventura completa. Realizó La Experiencia Barriga (2012) y está terminando “Lucho´s Big Adventure”.

Festival de Cine de Mar del Plata: Competencia Latinoamericana

Costa Dulce (Dir. Enrique Collar)

En medio de la selva que comparte el Noreste de nuestro país con Paraguay y Brasil, se encuentra el pueblo homónimo de la película. Es un asentamiento con pocos habitantes pseudo aborígenes que viven en ranchos de madera, paja y adobe rojo.
David pareciera tener 25 años. Su pareja, por lo menos, 40 vencidos. Tienen una hija de unos 4. Ninguno conoce otra vida que no sea la de la selva: cocinar con leñas, cultivar algunas verduras, y protegerse de los espíritus propios de la mitología guaraní que por allí rondan.
Trabaja de casero con dotes de albañil. Es el azar mismo el que lleva a sus manos un detector de metales. Según cuenta la leyenda de Yvyguy, muchas familias paraguayas salieron a la selva en 1864 cuando estalló la Guerra de la Triple Alianza (conflicto bélico entre Argentina, Brasil y Paraguay) para esconder sus riquezas en oro y plata bajo la tierra. Así no se las entregarían al enemigo en caso de ser invadidos. Este enfrentamiento fue particularmente dañino para Paraguay que para 1870 había perdido cerca del 90% de su población masculina adulta.
A la nueva herramienta se sumaron los consejos de una anciana que le advirtió no ir a buscar el tesoro con armas u objetos que puedan lastimar, ya que de esa forma el tesoro se mudaría por encontrarlo indigno para su hallazgo.
Así se lanza el joven a la aventura en busca del tesoro legendario. Entra también en una espiral ambiciosa que momento a momento se agudiza. David sólo piensa en eso, descuidando a su familia y escapándose continuamente siguiendo pistas y rumores.
Durante toda la película el sonido se mantiene extremadamente selvático, destacándose los sonidos de los pájaros y las tomas sobre la flora del lugar.
Agrega componentes místicos; como un niño descalzo que aparece varias veces de la nada y en situaciones por demás sospechosas. Al costado de un arroyo se presenta por primera vez, de frente y a solas con David, diciendo que busca a su madre que lo dejó allí abandonado. David huye inmediatamente cuando el niño agrega: “Cuidado con lo que hacés porque el Pombero anda por acá” (personaje de la mitología guaraní que cuida a los animales salvajes y al monte, con todo lo que haya en la tierra).
En su búsqueda, David recurre a la compañía de algunos cómplices que, todos preocupados por su tajada y su bebida, lo llevan a lugares prometedores para encontrar la plata y el oro Yvyguy.
La frustración y la codicia lo llevan a demonizarse y una abundante cantidad de primerísimos planos evidencia la transformación del joven honesto, cariñoso y trabajador en un ser egoísta, paranoide e inhumano.


Eldi: Nacido en Itauguá Guazú, Paraguay, en 1964, se formo como artista plástico en la escuela nacional de bellas artes Manuel Belhgrano de Buenos Aires. Realizo numerosas exposiciones y dirigió el largometraje Miramenometokéi (2001) y el documental Crudo (2009). Su siguiente película, Novena (2010), fue la ganadora del Premio SICA en el 25° Festival.

Festival de Cine de Mar del Plata: Competencia Internacional

Las Analfabetas (Dir. Moisés Sepúlveda)

No es un dato menor que sea la primera película de este director. Retrata la dificultad y complejidad de las relaciones humanas; haciendo coexistir en una única locación a dos personalidades diametralmente opuestas: una señora en sus 50 analfabeta, solitaria y realmente difícil de llevar con una maestra de castellano que acusa entre 25 y 30 años, obstinada, pasional e idealista, que resulta más compleja de lo que aparenta: lidia constantemente con un conflicto personal muy importante y sí, trasgresor. Ambas se volverán compañeras, contagiándose una de la otra y exponiéndose para lograr un objetivo: aprender a leer.
Ximena vive en Chile, en algún barrio tirando a asentamiento, pero lejos de ser una villa. Vive sola y a pesar de tener siempre una respuesta para todo y “tener calle”, tiene también una limitación: no sabe leer ni escribir. Sin familia, sólo es visitada por una amiga que cada tanto va a leerle los diarios. Está acompañada únicamente por su colección de lazos de amor en envases plásticos que tiene colgados por todo el patio y recortes de periódicos y revistas: ella ojea las fotos que les gustan y recorta las notas para que luego vaya su amiga a leérselas. Su casa es ámbar y descuidada, como ella, y como ella se separa de la calle con un portón macizo de metal, desgastado, y cerrado con una fuerte cadena y un candado que cuelga del lado de adentro. Todo el tiempo está fumando: es una chimenea constante pero en ningún lado se ve un cenicero. “¿Me puede decir que dice ahí que no traje los anteojos?”. Sabe arreglárselas y no necesita de nadie.
El conflicto aparece cuando su amiga y única visitante no puede ir a verla por problemas de salud y envía a su hija, la profesora.
Su nombre es Jacqueline y hace años que no veía a la amiga de su madre. Se recibió hace no mucho y acaba de terminar una pasantía en una escuela. Ahora, y con la paciencia y la pasión declaratoria de los docentes de raza, se ofrece a continuar con la labor de lectura emprendida por su progenitora. Ante el ofrecimiento, Ximena se siente vulnerable porque una desconocida (aunque conocida en algún momento) esté al tanto de su incapacidad. A pesar de su discurso inicial, su vestimenta y sus modales, Jacqueline no es ni tonta ni mojigata; es la forma que encontró de esconderse y no ser juzgada. “No soy como son los demás profesores. No es así como deben ser los maestros. Los maestros están en la escuela y no hacen estas cosas” (Spoiler al final de la nota).
La dinámica entre ambas choca al principio, llegando a desarrollarse en una arena de sarcasmo e ironía en la que ambas, constantemente, se miden. De este escenario, descubren, que no son tan diferentes y que pueden llegar a llevarse mucho mejor.
Tras descubrir una carta que el padre de Ximena -long gone- había dejado a su hija adentro de una estatuilla negra de Buda, Jacqueline ofrece sus servicios para enseñarle a leer y a escribir. Para sorpresa de todos, Ximena acepta.
El camino tiene ahora un objetivo y ambas transitan juntas, aunque siguen chocando ocasionalmente. La palabra “analfabeta” detona las frustraciones y resentimientos de Ximena, que responde violenta e impulsivamente. Pero Jacqueline resiste y no se deja amedrentar por lo que, en otro ámbito, sería el berrinche de un niño pequeño.
Ciertas tomas en la película resultan extremadamente declarativas del drama espiritual que atraviesan. Una de estas escenas las ubica en el centro de una alta ventana, donde se las ve de espaldas - J sentada y X parada- y, por efectos de la luz que entra por la apertura, en sombra. Ambas tienen por unos instantes la misma silueta negra dentro del rectángulo iluminado. Son iguales.
Las clases pasan y Ximena comienza a sonreír con orgullo, algo que aún no sabe muy bien cómo lucir por falta de práctica, al leer el recorrido de los colectivos silabeando como un infante: “a-los-mo-rros-es-qui-na-cen-te-na-rio”; o al leer el graffiti que le escribieron en la pared de su casa: “y-dón-de- es-tá-la-a-le-grí-a?”.
La inversión de roles entre ambas es una herramienta de exposición que deja al descubierto que lo que en verdad importa es el corazón y la voluntad; y no las edades o los roles.
La película en su totalidad resulta muy bien lograda, atacando por varios flancos (ya que la música es también descorazonadora cuando quiere) la sensibilidad de la audiencia y describiendo la fibra misma de los personajes que desafían el orden natural: Ximena dice que –aunque no sean madre e hija por sangre, en edad podrían serlo- y que está mal que la hija enseñe cosas a la madre; y que si es así, es porque siente vergüenza de ella.

Una ópera prima justamente galardonada para este nuevo director chileno, que promete haber descubierto la forma de exponer sin barrocar ni recargar, de demostrar sin producir y de dejar que la figura principal sea el personaje en un entorno controlado y simplista: no existen otros personajes y hay muy pocas locaciones fuera de la casa de Ximena.
Otro ejemplo de libro de que mientras menos, más. Felicitaciones.

Eldi: Nació en Santiago, Chile, en 1984. Estudio en la Universidad Arcis y además de director es guionista y mago profesional. Escribió y dirigió videoclips, cortometrajes y series de Tv. Actualmente trabaja el desarrollo de su segunda película: Sed, la historia detrás del fraude.


Festival de Cine de Mar del Plata: Cine de autor

Our Sunhi  (Dir. Hong Sang-Soo)

¿Qué pasa cuando uno finalmente se recibe de director de cine? ¿Seguir estudiando, viajar, o filmar películas?

Sunhi es una deliciosa joven coreana insegura del camino que debe seguir: quiere dirigir, pero a la vez su plan es seguir estudiando en otro país. Es la única arista femenina en un cuadrilátero amoroso que involucra a un profesor, a un ex que realizó una película sobre ella y a otro colega cineasta.
“La gente ve lo mismo” es uno de los conceptos que explicita la película. Los tres aman las mismas cualidades en Sunhi: su inteligencia, sus dotes creativos, su rareza. Y es cierto que es una chica rara de llevar. Todavía tiene sentimientos hacia los tres y admite tener “problemas para expresar lo que siente”.
Sunhi tiende a esconderse; a veces hasta por años. Encontrarla es más por casualidad que por otra cosa, ya que su espíritu libre –el mismo que la quiere llevar a continuar sus estudios en Estados Unidos- la lleva a desaparecer para protegerse cuando el panorama se pone complicado.
Tiene un encuentro con cada pretendiente. En ellos, la conversación se repite (con leves matices) y cada uno le dice lo mismo: que les gusta, que la extrañan, que tiene talento, que es valiente, que cave profundo y llegue a donde quiere llegar (metáfora que utilizan para decirle a Sunhi que no siga estudiando y se ponga a hacer películas).
En una de las últimas escenas, los tres masculinos convergen en el mismo sitio, del que Sunhi huye despavorida sin ser vista, todos caminan juntos, de la misma forma (pasos en sincronía) y declaran entre los tres las cualidades que hacen a Sunhi tan atractiva. Ninguno sabe de la pretendencia oculta de los otros: “Sunhi es hermosa”, “y además muy inteligente”, “y es un poco rara”.

El film tiene el ritmo propio y particular de las películas orientales, dejando escenas en silencios prolongados y posiciones con poco movimiento. Podría hablarse de un drama con tinte de comedia. El humor no es del tipo circunstancial y dependiente de una escena o un personaje; pasa más por explotar un concepto en particular. En este caso, la gracia la genera la repetición y reformulación de actitudes, conversaciones y escenarios, cambiando únicamente el personaje que acompaña a Sunhi. Como en muchas de esas ocasiones existe alcohol de por medio, la pobre joven en crisis se confunde con quién habló cada cosa. En su recuerdo las conversaciones se cruzan porque todas manejan el mismo contenido. Sunhi dijo más de una vez “tu ya me habías dicho eso”, así como se pregunta también “¿no tuvimos ya esta conversación?”.
            Nuevamente aparece la repetición al cierre de la película, cuando Sunhi desaparece y tratan los tres de ubicarla, encontrándose con su teléfono celular apagado.


Eldi: Hong Sang-Soo nació en Seul, Korea del Sur en 1960. Estudio cine en la Universidad de Chung-Ang. Debuto como director con The Day a Pig Fell Into The Well (1996) a la que siguieron, entre otras, Turning Gate (2002), Night and Day (2008), Like You Know It All (2009), Oki´s Movie (2010), y Hahaha (2010)y la última In Another Country (2012). Su corto List fue exhibido en el 27° festival.

jueves, 15 de agosto de 2013

Periodismo Holmes


  Todos conocemos las hazañas de Sherlock Holmes, el talentosísimo detective creado por Sir Arthur Conan Doyle que brillaba por sus deducciones en la Inglaterra del siglo XIX. Era en verdad un personaje único. Pero era detective; no era periodista.
  Aparentemente la fascinación por este célebre pensador ha llegado a infiltrarse en la esfera del periodismo, creando toda una generación de periodistas detectives que confunde su verdadera función - la de informar - con la de deducir y fascinar.  
  Tal es así que desde la semana pasada la cobertura mediática se concentró en cubrir cada mínimo paso que diera la investigación en el caso de Ángeles Rawson, la chica de 16 años que fue asesinada y encontrada en el SEAMSE de José León Suárez.
  Desde entonces y con cada pequeña fracción de información que saliera a la luz, el circo de los medios se ha encargado de construir paradigmas con diferentes sospechosos, diferentes motivos y diferentes escenarios. Pero eso está mal.
  Recuerdo el miércoles un perfil del asesino que sacó a la luz un noticiero en TV, en el que se describía en detalle las formas y preferencias del asesino. Todavía no había resultados sobre la pericia de violación y ya se hablaba no sólo de un violador, sino de un violador serial. La pericia resultó negativa.
  El jueves apareció el hermanastro como un potencial culpable. La hipótesis de violación seguía en boca de algunos aún cuando las pericias la desestimaron. Durante el jueves, él FUE el monstruo que los medios buscaban.
  El viernes el padrastro de Ángeles fue detenido y con su llegada a la fiscalía también lo hicieron las cámaras y, a través de ellas, los ojos prejuiciosos del público. El padrastro FUE, esa noche, el asesino, el inconcebible animal que violó y asesinó a su hijastra de 16 años y luego la tiró a la basura. 
  El lunes declaró el portero del edificio, haciéndose cargo de las acusaciones diciendo “yo fui el responsable”.
  Y así llegamos hasta hoy. Tres monstruos para un único crimen, igualmente levantados y barridos por el mismo aparato mediático, a piacere de los periodistas. Y ningún medio se disculpó. ¿Deberían hacerlo?
  No es ni el primer ni el último crimen en el que los medios quieren jugar a ser detectives, fiscales y jueces. Y es muy triste, casi lamentable, que el enemigo principal del periodismo -la mentira- sea la fuente de la que la maquinaria se nutre, replicándola como verdadera y creando, al fin y al cabo, escenarios y juicios fantásticos.
  El caso de los Pomar, que murieron en un accidente automovilístico rumbo a Pergamino el 14 de noviembre del 2009. Al no ser encontrados por los rastrillajes se generó el caldo de cultivo para múltiples hipótesis que cubrieron los periódicos, noticieros y emisiones radiales: el padre habría asesinado a toda su familia por un drama pasional y se habría fugado del país; o habrían sido secuestrados por captores que nunca aparecieron; o escaparon todos juntos por las deudas viciosas. 24 días después de su desaparición aparecieron cuatro cuerpos al costado de la ruta 31, cerca de un Fiat Duna Weekend volcado. Eran los Pomar. Y ningún medio se disculpó tampoco.


  O el caso García Belsunce, con más primeras planas que los Juicios a las Juntas, encontrada muerta en la bañera de su casa y cuya muerte fue caratulada como accidente doméstico. Al mes del deceso se descubrieron cinco proyectiles dentro de su cráneo. Una de las primeras hipótesis fue el robo, para la cual se realizaron infografías sobre por dónde podrían haber entrado, quiénes podrías haber sido cómplices y demás datos. Otra fue un crimen mafioso, ya que la víctima investigaba casos de tráfico de infantes. Otra explicaba que podría ser un crimen pasional cometido por su esposo, Carlos Carrascosa. Finalmente esa fue la ganadora y Carrascosa fue detenido. Sin embargo, el ADN encontrado en la escena del crimen no corresponde con las muestras de Carrascosa.


  Como periodistas, sabemos rehuir a la mentira. O al menos deberíamos. Y de no poder hacerlo, debemos al menos por respeto al público y a nuestra profesión misma, un mínimo de decoro. Ceder únicamente ante la vorágine de la información no es nuestra tarea. Nuestra tarea debe ser saber hacerlo bien. Y no sirve excusarse detrás de un testigo o acusado que miente durante los peritajes (ya que además es su derecho no declarar en su propia contra), y no sirve crear escenarios fantásticos con personajes reales, ya que es injusto para uno ir en contra de todo un sistema multimedial que lo acusa. Y no está bien decir que alguien es asesino “porque mirá cómo llora cuándo mira a la cámara”, o porque “tiene cara de ocultar algo”, como ocurrió con el padrastro de Ángeles. Está bien para quien lo quiere decir durante una cena, o un encuentro, o quizás en el ascensor. Pero éso es hacer periodismo? Basar el discurso y el mensaje en las mismas mínimas y subjetivas conjeturas individuales? Y quién salió a disculparse con los Pomar por publicar su vida entera ante las cámaras? Y quién se disculpó con los familiares de María Marta García Belsunce, por hacer públicas sus más recónditas intimidades? Y quién se disculpó con la familia de Ángeles Rawson, por hacer un circo de un hecho tan triste, tan barbárico y tan personal? Y lo peor, a quién le importan las disculpas? Siempre y cuando el televisor siga mostrando LO QUE EL PÚBLICO QUIERE VER.



No olvidemos nuestra responsabilidad. Somos periodistas, no detectives.


lunes, 27 de mayo de 2013

Al frente del arte todo


Llegó a Buenos Aires a los 6 años de edad, proveniente de su República Checa natal. Era sólo un niño y aunque no lo sabía entonces, había traído consigo la visión del arte moderno europeo. La vida en Buenos Aires le daría un tono porteño al artista y crítico, aunque nadie olvidará ese acento resultante que jamás se molestó en disimular.
Rápidamente se hizo notar dentro del círculo snob de los 90, presentando a los 14 sus primeros ensayos sobre autores como Van Gogh y Picasso. Luego estudió canto lírico y drama.
Sin embargo, resultó ser durante toda su vida una de esas personas que dan al mundo más de lo que reciben de él; de esta forma, Federico Klemm inició muchas y variadas corrientes artísticas, mezclando formatos y conceptos.
Para 1981, Federico Klemm incursionó en el mundo del diseño a través de la fabricación de muebles que exploraban distintas normas arquitectónicas. En esos “ensayos” consiguió aplicar, por ejemplo, el neogrecorromanismo geométrico a una silla.
En el 83 avanzó sobre otro formato nuevo, esta vez únicamente como producción audiovisual: los videorretratos. Éstos consistían en un retrato cinemátografico de menos de un minuto de duración en donde el retratado posaba frente a la cámara en un primer plano sin moverse, realizando únicamente movimientos como el parpadeo o sutiles gestos faciales. Entre ellos, se destacan aún hoy (aunque resultan difícil de conseguir) los que realizó a Jorge Romero Brest y a Martha Minujín.
En la víspera de los 90 comenzó a dirigir performances audiovisuales en donde mezclaba piezas de música clásica y lírica con coreografías, escenarios y actores que representaban y danzaban acorde a los sonidos. Además, incluyó en ellas varias proyecciones con videos propios editados y efectos de sonido.
“Me encanta vestirme de torero, es una ceremonia entre la vida y la muerte”. Federico Klemm fue un personaje expuesto, histriónico y generoso. No sólo impulsó la frontera del arte moderno en todas sus manifestaciones, sino que desde la Fundación Klemm, inaugurada en 1992, supo ayudar a artistas que, como él, necesitaban un lugar donde desarrollarse sin ser juzgados. Su mensaje de solidaridad y de exploración es el legado que hoy, a 11 años de su muerte, aún está presente.