El aire flota mejor alrededor
tuyo, más liviano.
Exponencialemente sobrecargado
de aromas impalpables.
Colores en la piel despegan,
desplegando un aura estridente,
rrradiante y resistente a
los grises contextuales.
La válida diferencia entre
la salud y la locura, breve brecha
que separa a dos que no deberían estar separados.
Una mirada, una caricia, un beso,
dulce contagio de ese virus maravilloso.
Dichosos los enfermos.
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