viernes, 8 de junio de 2012

La aventura está out


A veces, en determinadas y numerosas circunstancias, me detengo a pensar en cómo resolver un problema que puede llegar a venir en el futuro. Es ahí cuando inmediatamente descarto la salvaje y habitual primera idea de escapar a México. “¿Y por qué no?”, “¿Qué tan mal me puede ir?”, “Cómo voy a viajar ahora!”… Ayayay… Bendito racional y a la vez autótrofo represor es nuestro cerebro y sus propios caminos. Así que… ¿Por qué esa idea y qué cambió? Si no entienden, dicho de otra forma. El hombre antes pensaba distinto, en muchas formas, entre otras, el espíritu de aventura (a la vieja escuela), desapareció.
Claro que no todos fueron siempre un Indiana Jones, algún forajido que escapa al Oeste, pero es cierto que hubo una gran cantidad de gente que, impulsada por una aventura terrenal, se avecinaba a diferentes empresas.
Desde Odiseo que regresa a su Ítaca natal, luego de invadir Troya, los grandes navegantes que confeccionaron el actual planisferio. Hay miles de ejemplos, la fiebre del oro, las grandes migraciones, etc., etc. Seguro que también existan casos aislados contemporáneos, pero hace tiempo no escuchamos de ellos.
Esa parte de nosotros que nos lleva, que nos impulsa, pero no a ver una película o comprar el último teléfono, hablamos de aventura en serio, irse a las montañas, convertirse en geólogo, paleontólogo, quién sabe. Pero dejar lo que haya que dejar, e irse.
Hasta la música cambió gracias a la desaparición de esa pequeña personita. Creedence se volvió un clásico, pero ni cerca se compara en índices de escucha con ciertas bandas electrónicas de hoy en día. Bandas a nivel nacional como Árbol, Las Manos de Fillipi, Kapanga, Los Pericos, etc. si bien siguen sonando, no dejan de ser análogas en una era digital. Y a bien de unos y mal de otros, ya la música al aire libre, en contacto con la naturaleza, que nos transporta (TRANS-POR-TA), la aventura. Géneros como el surf que lo único que hacen es inyectar endorfinas al cuerpo y siempre con ese tono de historieta, también ha caído de los anaqueles de la habitualidad. Queremos más surf en la radio!
¿A DÓNDE SE FUE LA AVENTURA?
Todos los días Juan Pérez se embarca en un camino, en uno de los engranajes que debe hacer girar ese momento. Así interactúa con otros y sabe que cualquier movimiento desencajaría el juego de la máquina. Así que gira, clavado en una posición y sin posibilidad de alterar el funcionamiento. Pero eso también es un lindo laburito. Tomarse el bondi todos los días es una aventura, con diferentes personajes y escenas. Canto II: “El 86 a la oficina”. Y el trabajo de cada uno un diferente título. Y lo más lindo es que ocurre en una sola cabeza. Es nuestro juego. La dimensión análoga se anota un punto, y empata a la era digital (eso pasa cuando una producción es de manufactura mental propia individual y no producto absorbido a través de X dispositivo).
El cuerpo necesita estar en contacto con la tierra, la naturaleza, los bichos, y las cosas que a eso lleven deben ser geniales. Donde se dan la mayor cantidad de ocurrencias análogas que queremos. En momentos de reflexión, donde simplemente uno se ve sobre un paisaje. Está incluido en el panorama. Es ahí donde quizás, si hay suerte, te hace acordar esa parte dormida. Te suena. Se huele. E inconscientemente se recuerda. De niños jugar en la tierra era salvaje, era divino de alguna forma. Entonces fue una aventura. Y éramos nosotros los protagonistas, en tiernas inocencias y empolvados, mientras sonaba algún 70-80 en la radio, que las vivíamos.
Por eso me pareció agradable la idea de dedicarle unas pocas líneas a esto. Quizás así tengamos la posibilidad de hacer de cada día una aventura, ya que ya lo hicimos una vez. Ver cómo salen las cosas. Despegarse y desapegarse del circuito mediático unos momentos, de la masa y la globalización. Sentirse uno mismo el protagonista de acontecimientos que, cotidianos y habituales, si fuéramos a narrar un día nuestro de forma detallada cada uno merecería un párrafo, cuando no dos. Sentirnos héroes en nuestra rutina. Elige tu propia aventura, marinero…

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