miércoles, 20 de junio de 2012

Breve


Capturan sospechoso en el caso del Correcaminos
Coyote bajo custodia
Fue atrapado junto con varios artículos incriminatorios que probarían su culpabilidad.

  El Coyote (34) fue capturado hoy por efectivos policiales en su residencia en San Telmo. Es el principal sospechoso en el crimen del pasado viernes, donde el Correcaminos fue asesinado.
  El operativo de detención tuvo lugar entre las 14 y las 14.30, tiempo en el que la familia del Coyote se disponía a almorzar. Mediante el elemento sorpresa consiguieron inmovilizar al sospechoso y llevarlo bajo custodia.
  "Ahora entiendo todo”, se lamentaba la esposa, Glady Coyote (31), mientras abría a los ojos de los peritos un armario repleto de explosivos, yunques, pianos de cola y semillas. Fue secuestrado también de dentro de la vivienda un volumen manuscrito a modo de diario, con 120 entradas en las que Coyote detallaba sus planes para acabar con el ave.
  Jorge Acme, defensor de Coyote, declaró ante un corresponsal que “todo es un malentendido” y que “el Coyote es un buen chico y un buen cliente desde hace años”. Por supuesta complicidad, el juzgado a cargo del caso desestimaría la participación del abogado defensor durante la próxima audiencia, el próximo 27 de Julio.

domingo, 10 de junio de 2012

Prólogo


  Imaginarse dos dimensiones, similares en algunas cosas y diferentes en muchísimas otras, puede resultar complejo. Sin embargo, es necesario para la comprensión del siguiente relato que sean capaces, todos ustedes, de entender como interactúan estas dos. Realmente deseo que a lo largo de las primeras paginas puedan entrenarse en esta bidimensionalidad, ya que de lo contrario, gran parte de ustedes me insultaría por escribir cosas tan incoherentes. Pero para aquellos que logren entender la dinámica de este funcionamiento, estoy seguro les parecerá un texto de lo más interesante y quizás quien sabe, algún que otro personaje o escena los dejara pensando.
  Es mi deseo.
  Aquí va.
  Su ciudad, sea cual sea. Tengan esa imagen que la representa en su cabeza y consérvenla.  ¿Hay gente en ella? Si no la hay, agreguen un lindo número de personas. Personas haciendo su vida, sus tareas diarias, caminando, trabajando, como sea que se los imaginen. Ahora, entre los espacios vacios entre ellas, coloquen un segundo grupo de personas –para ayudarse  a diferenciarlos puede agregarlos con algún matiz de transparencia-. Llamaremos a este segundo grupo los astrales para un fácil reconocimiento.
  ¿Quienes son? Personas. Exacto, tan corpóreas como cualquiera. Claro, en su dimensión. Transitan la nuestra, de la misma forma que nosotros transitamos por la suya. Viven en las mismas casas, caminan las mismas calles y tienen los mismos trabajos. Cuando alguien, en cualquier dimensión, compra un artefacto para su casa, por ejemplo, del “otro lado”, otra persona hizo lo mismo. Esos son los puntos en donde ambas dimensiones confluyen. Lo material no-animado.
  ¿Donde no confluyen? Pues, claramente, al caminar no chocamos con ellos. Ni siquiera los vemos. Su realidad se mantiene ajena a nuestra existencia, y viceversa.
  Pero es aquí donde las cosas se complican; pues un cierto grupo de personas, en ambos lados, trabajan para el contrario. ¿Que quiere decir? Existen “astrales” que trabajan entre nosotros, los “reales” (son solo palabras).        De ahí se induce, y con veracidad, que existe un grupo de personas que están al tanto de ambas dimensiones. Yo, entre muchos otros. Pero ya llegaremos a quien soy y que hago escribiendo esto.
  Nos llamamos los “interplanos” y es nuestra función asistir a La Institución. Ella preserva el balance en ambas dimensiones.
  Como quedó su cabeza?  llena de personas más translucidas algunas que otras y seguro se los imaginaron como algún tipo de espía o agente de inteligencia. ¿Verdad?. No estarían del todo errados, aunque nuestra tarea no es espiar, ni hacer ningún tipo de cuestionamiento ni inquisición sobre el funcionamiento del sistema. Nos vamos al otro lado para trabajar, no para pensar. 

viernes, 8 de junio de 2012

Cuento: Cornudo y asesino


El divorcio no le sentaba bien. Miriam había tomado la decisión por ambos y “ambos” estaban de acuerdo.
De camino a la oficina de su abogado, Carlos se repite que es una malnacida, le había mentido y él le había creído como un ciego a su lazarillo. Había sido un idiota confiado. El letrado lo recibe detrás de un escritorio de madera oscura con algunos apliques en terciopelo verde navidad y lo saluda con un seguro y firme apretón de manos:
 -¿Cómo lo encuentro?, dice mientras busca los ojos tristes de su cliente.
  -Para el culo, doctor, ¿qué le parece?
 -Vamos, Carlos, que no es para tanto-.Intenta inútilmente calmarlo.
   El motivo no era para nadie secreto.
 -¡Me hizo cornudo!
 -Usted me quiere decir que ella cometió adulterio, ¿verdad?
 -Ningún adulto… ¡se acostó un pendejo!
 -Eso, en lenguaje legal, corresponde a una figura que se llama  “adulterio”, independientemente con quién lo hayan cagado.
 -Llámelo como quiera, yo le digo hijaputez.
  No tiene mayor caso seguir transcribiendo ese diálogo, ya que así sigue. Carlos habla con su abogado hilando insultos contra su mujer y el abogado molesta con el tic tic de las teclas que presiona rítmicamente en la computadora, mientras un cigarrillo se consume sobre el cenicero del escritorio. Hasta este punto.
-Doctor, usté es mi boga, ayúdeme. Ya bastante con las guampas y ahora me quiere sacar la casa y el coche…
-Relajese, Carlos, que en estos casos casi siempre suele llegarse a un arreglo entre las partes antes de que sea todo tan drástico.
 “Las partes”. Esas palabras perforan el oído de Carlos, al punto que ya él mismo se reconoce incapaz de tratar a su recientemente declarada ex-mujer como una persona. Tampoco soporta que su defensor, aquel a quien él le paga para conservar lo que cree suyo le hable de ella con tanta personería, como si tuviera sentimientos.
-No quiero ni escuchar su nombre, doctor, por favor…
-Pero entenderá que no puedo poner “Puta” en el legajo, ¿no? –advierte entre risas.
-Bueno, bueno, sólo le pido entonces que no mencione su nombre. No es mucho pedir y con lo que me está cobrando bien podría yo ni estar aquí. Que dicho sea de paso, tengo que ir volviendo al trabajo…
-Carlos, está usted exagerando ya…
    Al escuchar esas palabras, Carlos pierde el temple y se larga a llorar. Entre lágrimas maldijo su suerte con el clásico “porqué a mi”…
-No se preocupe –le dice el frío jurista- le pasa a todos lo mismo y siempre es igual.
 -¿Qué quiere decir?
 -Quiero decir que hoy en día, de la muerte y de los cuernos no se salva nadie, don Carlos. Usted puede llevar casado toda su vida que, o es un ignorante, o está aquí llenando los papeles. Sigamos con el legajo.
 -No quiero –responde como un niño mientras su cabeza trata de volver a la habitación. Se había alejado demasiado.
 -¿Usted alguna vez cometió un acto de infidelidad?
  La cara del ahora niño se transforma hasta quedar como una mueca traviesa, desorbitadamente exagerada y rozando la perversidad. El abogado aleja la mirada del monitor para observar el rostro de su cliente, en cuyos ojos encuentra una respuesta a su pregunta.
-¿Por qué sonríe, Carlos? Si tiene algo para decirme, creo que éste sería el momento. Para poder hacerlo fuerte en el litigio necesito saber con quién estoy tratando.
 -No doctor, es sólo que hay algo que me resulta gracioso.
 -Lo escucho…
 -Lo que usted dijo antes, de la muerte y de los cuernos, que no se salva nadie..
 -¿Y bien? – no entiende a dónde estaba yendo la conversación ni por qué se habría quedado con esa frase en la cabeza.
 -Pues eso, nada más. Ahora tengo que volver al trabajo. Mañana regreso para terminar de una vez con esto, si le parece bien.
   A la mañana siguiente es descubierto muerto el cuerpo de iriam al costado de un complejo de edificios. Tras verlo en el noticiero matutino, el abogado llama al número de móvil que Carlos le había dejado.
 -¿Carlos? Gracias a Dios me puedo comunicar… ¿Tuviste algo que ver? ¿Qué hiciste? –es difícil explicar cómo alguien puede sonar eufórico y susurrar a la vez, pero ese era el tono con el que le hablaba.
 -Me escapé, doctor. ¿Qué le parece? Cornudo y ahora asesino, pero qué bien me andan todavía las piernas! Hasta pronto. – Y la conversación fue cerrada por la otrora piltrafa humana que de la noche a la mañana había sido regada de confianza y autodeterminación.
   El abogado se queda con el teléfono en la mano, a media cuarta de la oreja, perplejo. Ahora ríe, pensando en la ironía poética y retorcida con que su cliente le había escuchado.

François Hollande


Lejos de que su opositor sea una liebre, François Hollande venció a Nicolás Sarkozy en las últimas elecciones presidenciales francesas. Con una carrera empezada en 1997 y pasos lentos y constantes, este personaje dedicado enteramente a la política sacó del almohadón presidencial a la derecha para sentar en él su cuerpo socialista.
     Si bien su trayectoria se remonta más atrás de 1997, años donde cumplió una serie de mandatos electorales en el departamento de Corrèze, fue en ese año que alcanzó la Primera Secretaria del Partido Socialista. Y largaron!
     Sin sobresalir en ninguna de sus funciones, se ha movido sin llamar la atención dentro de su partido; y ni hablar fuera de él. Se codeaba con coaliciones volátiles y tan fugaces que desaparecían y reaparecían con las estaciones.
     Fue recién en 2002 que volvimos a saber de él, cuando su pareja y colega, Ségolène Royal fue seleccionada como cabeza del partido para enfrentarse en las elecciones contra el mismísimo Sarkozy. El fracaso y las diferencias políticas terminaron por separarlos, luego de treinta años juntos y cuatro hijos. Un doloroso y sacrificado diez en política.
     Pasaron los años y así los escándalos sexuales y las desacreditaciones ajenas: Dominique Strauss-Kahn, favorito por el socialismo para enfrentar a Sarkozy, fue detenido en Estados Unidos por abuso sexual. Esa fue la chispa. La coyuntura perfecta para que la tortuga se hiciera notar: el discurso de un hombre calmo, de anteojos y frente ancha, ajeno a la masacre fratricida por la que pasaba su partido, prometía unificar a la izquierda y llevarlos a su norte.
     No es fácil recibir el control de un país involucrado en una convulsión económica; sin embargo, con pasos cortos y firmes, buscaría establecer una política anticrisis opuesta a la de la Unión Europea. ¿Rebeldía atrasada?
     Pasaron diecisiete años desde que el último socialista dirigía Francia. La confianza y éxito de la campaña de Hollande se basa en ese tiempo: tiempo en que la izquierda popular fue ganando adeptos y ahora, bajo un líder para nada radical, el apoyo que el gobierno recibirá del pueblo será amplísimo.
     Luego de una larga carrera, sabe que tiene tiempo para rearmarse. Y que tiene apoyo y buena imagen. Un político de 57 años, sacrificado y fiel a sus ideas, constante y seguro.
     La gente tiene fe en él. ¡Bonne chance, en français!

Ensayo breve: Operación Masacre


   Para comenzar esta página acerca de “Operación Masacre” me gustaría hacerlo recalcando la complicidad generada entre autor y lector. Con esto me refiero a que constantemente y a lo largo de todo el libro, Rodolfo Walsh, con su manera de escribir, hace sentir al lector un verdadero testigo y participante de la investigación. Nos acompaña a lo largo de sus propios razonamientos, de modo tal que entendamos no sólo la conclusión a la que llega mediante los datos recogidos, sino también a aprender cómo intuye o presupone las situaciones en las que no cuenta con testimonios certeros. Evidencia esto el uso de las preguntas sugerentes (en algunos casos hasta casi con ironía), marcado sobretodo en las historias de los personajes, en la primer parte del libro. Considero que este recurso predomina en el principio como una astucia de Walsh para “instruirnos” en el método con el que llevará adelante su investigación: plasma en el texto las hipótesis (todas) que cualquiera hubiere formulado.

“¿Es una mentira inocente para encubrir una salida más? ¿Oculta algo más serio, es decir su propósito de intervenir en el movimiento? ¿O realmente va a trabajar?”
(1ra Parte, Cap. 12)

Esa interacción constante, ese participar del lector en el relato es un elemento narrativo demasiado fuerte para no ser mencionado: Walsh crea investigadores. 
Tampoco podemos dejar de mencionar las descripciones cuasi líricas que no se quedan en los simples detalles observables, sino que llegan a describir la personalidad de cada “actor” mediante actitudes, experiencias o gestos:

“Hombre de unos cuarenta años, de estatura mediana pero atlético, suboficial de gendarmería en una época, más tarde vendedor de terrenos, temperamento vivo, precipitado, propenso a la jactancia (…)”
(1ra parte, Cap. 8)

En cuanto a lo meramente periodístico, el compromiso con la verdad lleva un papel preponderante, evidenciándose en la presencia constante de datos corroborados y aún corroborables si se lo desea. De esta forma creo que Walsh consigue anclar el relato a la realidad, al punto de exhibir innumerables pruebas que, de ser puesta en duda su veracidad, cualquiera de estos investigadores podría rastrearlas y ratificarlas (o rectificarlas si correspondiere).

“Llevaba el número 110, había sido despachado de Casa de Gobierno a las 19.30 horas y recibido a las 20.37.  Era el lunes 2 de Julio de 1956.”
(2da parte, Cap. 31)

Toda la 3ra parte del libro entrega al lector una cantidad importante de evidencias en forma de documentos recopilados, diálogos con jueces, entrevistas y testimonios. Agregando además el desarrollo y seguimiento judicial de las historias narradas, como certificaciones irrefutables.

En un nivel personal, encuentro el legado periodístico de  la obra en su carácter didáctico: es un manual para investigar; y en cuanto a narrativa refiere: es la historia y desarrollo de un investigador.
En un principio uno quizás, como investigador (-lector) ante un largo y sinuoso camino, tienda a los vaivenes y desordenes cronológicos, como presenta la primera parte de la novela. También la formulación de las preguntas en esta parte nos enseña cómo encarar la búsqueda de datos,  dónde encontraremos callejones sin salida, qué escapa a nuestro conocimiento actual, y qué hipótesis podemos formular en nuestro nivel de novato investigador.
Más adelante, encontramos en la segunda parte del libro, como bien anuncia su título: los Hechos. Las cosas que pasaron. Es aquí donde el investigador novato, cada vez más involucrado en el caso a nivel teórico, pasa a encarnar el evento recopilado de las voces de los demás: reconstruye una realidad.
Finalmente, como un experto investigador y como un buen lector que terminó un libro, contamos ya con la pericia y la experiencia de presentar nuestras pistas, por más ínfimas que sean, ante el público. Recopilar y ordenar todos los pequeños papeles arrugados, notas, fotocopias, etc., y disponerlas en un mantel matemático; de forma tal que, llegue a manos de quien llegue, la respuesta siempre sea la misma; en este caso:

“A las 24 horas del 9 de Junio de 1956, pues, no rige la ley marcial en ningún punto del territorio de la Nación”
(2da parte, Cap. 15)

Crítica


BOLIVIA (2001), 75 minutos, Argentina
Director: Adrián Caetano
Guión: Adrián Caetano, Romina Lanfranchini   
Reparto: Freddy Flores (“Freddy”), Rosa Sánchez (“Rosa”), Oscar Bertea (“Oso”), Enrique Liporace (“Don Enrique”),  Marcelo Videla (“Marcelo”).
Música: Los Kjarkas.
Fotografía en B/N: Julián Apezteguia.
Montaje: Santiago Ricci y Lucas Scavino.
Diseño de producción: María Eva Duarte.
Vestuario: María Eva Duarte.


Modelos argentinos for export

    Una vez más, la problemática latinoamericana en Argentina. Particularmente en Buenos Aires. El argentino xenófobo, el argentino no-americano, el que se las cree todas habidas y por haber. Incansablemente jodido por el sistema, acosado por las deudas, y echándole las culpas a otros.
     En Bolivia, de la mano del uruguayo Adrián Caetano (“Pizza, birra y faso”, “Tumberos” y “Crónica de una fuga” entre otros), la realidad de los años 90 en Buenos Aires para un hermano latinoamericano. Durante toda la película, con un excelente desarrollo y puesta de fotografía, Freddy, boliviano, tratará de hacerse su camino, trabajando en un restaurante. Paradójicamente de repente en los primeros minutos un boliviano es el encargado de hacer el asado mientras dos taxistas argentinos se turnan para ir al baño a tomar cocaína.
     En el filme, los tiempos son manejados de manera fluctuante, escenas lentas y largas y escenas abruptas y breves. Víctima del abandono fraternal de los porteños, Freddy sufre discriminaciones por parte de casi cualquier ser que en su camino se cruce. Es tratado peyorativamente de peruano, no es escuchado y mucho menos defendido por nadie.
     Rosa, su compañera en el restaurante es la única figura con la que puede relacionarse, y aún así, ella ha sido vencida hace tiempo por el carácter argento, pudiendo aportarle poco y nada de lo que necesita.
     Personajes que dan miedo, no por ellos individualmente, sino por el reguero de pólvora que los rodea. Desde temprano en la película, el espectador espera impaciente que ocurra esa condenada chispa. Chispa que hará explotar los más celosos rencores, las inconformidades ajenas, los problemas de los otros con el mundo, y los problemas del porteño mal habido.
     “Me cagaron”, “me estafaron”, “el jefe soy yo”, “me escuchas sólo a mí”, “negro de mierda”, “vienen acá a sacarle el trabajo a los pibes”. Frases tristes y trilladas de un estereotipo que se cree más europeo que americano, ególatra al extremo y en una cruzada interminable contra la realidad a la que él mismo hace perder agua por todos lados con un comportamiento más que reprochable.
     Una linda vuelta de tuerca se le da al final cuando se repite una de las primeras escenas (un plano sobre el cartel de “Se busca cocinero/parrillero” en la puerta del local), dando la ilusión de un cierre cíclico. ¿Se repetirá la historia?

Show Must Go On


      Las ambigüedades en el rock han dado a lo largo de la historia el marco perfecto para el desenvolvimiento de una importante cantidad de malentendidos en cuanto a sus protagonistas. No sólo en sus mismas biografías, de las cuales encontramos autorizadas y no autorizadas, cuando la vida transcurrida es la misma, sino también en cuanto a sus escándalos, affaires, elecciones y compañías. Suele ocurrir que se da por sentado más de un dato como verídico, como por ejemplo, que Freddie Mercury, célebre cantante y compositor británico, encabezare la formación magistral que fue Queen. Burda mentira!  “Santos  créditos robados, Batman”, diría el joven Tapia.
            Farrokh Bulsara fue su “verdadero” nombre en términos legales. Cuando Farrokh se sentó en sus primeros pupitres, probablemente así se veía su nombre escrito en guyarití, su idioma natural: ફ્રારુક બુલ્સારા. Nacido hace apenas 65 años y pocos días más en Zanzibar, Tanzania, el pequeño practicó el culto parsi, instruido por sus padres, Jer y Bomi Bulsara. Fue criado en la India y específicamente en el internado St. Peter´s School de Bombay, donde en su primera banda, The Hectics tocaba el piano.
    A los 17 años, dada la inseguridad en la isla de Zanzibar y sus alrededores por una revolución que buscaba destronar al sultán y colocar en el poder a revolucionarios africanos, la familia entera se trasladó a Middlesex, Inglaterra. Esa fue su primera residencia imperialista.
     Es natural pensar que proviniendo de una colonia, el joven talento asiático hiciera lo posible por descreer sus prácticas zoroástricas y su procedencia persa, siendo aceptado de mejor manera entre sus pares imperiales. Sin embargo, Freddie, que desde su graduación integraría banda tras banda, de menor y muy menor escala, jamás negó sus raíces, y tampoco tenía motivos de hacerlo.
      Fue recién con la integración de Queen en 1971 y junto a Brian May, Roger Taylor y John Deacon que el panorama se volvió más vertiginoso para el joven parsi. El éxito desmedido de la banda en Gran Bretaña atrajo a las más grandes discográficas (EMI, Hollywood Records y Elektra Records, firma que en pocos años produciría también lo mejor de The Pixies, The Doors y Tom Waits, manteniéndose como la discográfica más under y musicalmente abierta del circuito comercial). Como cualquier negocio bien encarado, estas productoras buscaban el artista perfecto, sensual, musical, carismático, maleable y vendible. Fue Queen que demostró que no era necesario todo eso para tener un producto de llegada masiva y éxito apocalíptico.
     Pocos fueron los escándalos generados en torno a la privacidad de la banda y fueron ínfimos (en comparación con los niveles de media actuales) los que recaían sobre la vida de Freddie. En particular dos: la homosexualidad y el VIH. Ciertas son ambas, pero también es cierto que el mismo Freddie declaró sólo dos días antes de su muerte que padecía SIDA y jamás habló sobre su homosexualidad, pese a haber pasado los últimos seis años de su vida viviendo con su pareja. Pese a ser estos los dos únicos rumores que corrían acerca de él, siempre supo mantener su vida privada puertas para adentro, para su protección y para la de sus seres cercanos:

“Siguiendo la enorme conjetura de la prensa de las últimas dos semanas, es mi deseo confirmar que padezco sida. Sentí que era correcto mantener esta información en privado hasta el día de la fecha para proteger la privacidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado la hora de que mis amigos y seguidores conozcan la verdad y espero que todos se unan a mí y a mis médicos para combatir esta terrible enfermedad. Mi privacidad ha sido siempre muy importante para mí y soy famoso por prácticamente no dar entrevistas. Esta política continuará.”
 Freddie Mercury, 22/11/1991

     Ahí encontramos esta ambigüedad, ¿era o no era Freddie Mercury homosexual? ¿Seguía practicando la religión de sus padres?  ¿porqué tanto énfasis en que sea el cantante británico de mayor éxito, cuando viene de otra patria? ¿cómo contrajo la infección?. ¿Cómo puede ser que aún hoy se conserven tantos misterios alrededor de la vida de una persona tan conocida?. Un montón de preguntas podemos hacer desde este siglo mirando hacia atrás. En palabras de un productor y  fanático de Queen que vivió su época dorada: “A nadie le importaba. El tipo (Freddie) se ponía una corona y una capa en el escenario y los ingleses se meaban. Mira si iba a hacer diferencia con quien se acostara o si era inglés o árabe”. Agrega después: “era el cantante de Queen. La cabeza de la banda. ¿Te parece poco? Nunca usó su sexualidad para ganar fama, como ahora hacen todos, nunca uso su vida privada para nada”.

"Llamarlo gay es algo muy simplista, esto sucede por darle demasiada importancia a su vida personal".
Brian May, Clarin 03/04/2010

            Una pregunta clave nos indica uno de los rasgos más fuertes de la personalidad de Freddie Mercury. ¿Cómo logró mantenerse al margen de estas cuestiones y evitar el síndrome papparazzi y vomitar toda su vida ante la primer entrevista?. Discreción. Todos los cercanos describieron en numerosas ocasiones a Freddie como un ser introvertido, discreto y hasta tímido.

“Cuando estoy en el escenario soy muy extrovertido, pero por dentro soy completamente diferente”. Freddie Mercury, 1991.

            Si bien la discreción y el sentido de privacidad lo definen en primera instancia, también lo hace el nivel de transgresión real de la banda. Y no es una transgresión de fumarse un porro y sacarse fotos drogados, es más allá de la droga. Es más allá de la política. Es más allá de la ambición del artista. Es una transgresión humana total. En 1984 Queen estuvo presente en varios conciertos realizados en Bophuthatswana, en Sudáfrica. Lo relevante de estas presentaciones, es que en Sudáfrica, para los años 80, el apartheid estaba vigente, acuñando la segregación como moneda corriente en gran parte del continente. Por esta participación, la banda recibió duras críticas por parte de revistas americanas que apoyaban indirectamente el régimen (NME)
            El 24 de noviembre de 1991, es firmado su certificado de defunción que reza “bronconeumonía complicada por el SIDA” y el mundo entero dice adiós a Freddie Mercury. A lo largo del mundo entero se organizan marchas y reuniones conmemorativas al cantante de Queen. No al parsi, no al homosexual, no al cerrado, no al introvertido, no al millonario para esa altura, ni al pobre enfermo. Al héroe, que por su fibra moral supo conservar sus cualidades en reserva hasta el último momento, que por su desempeño como artista es recordado hoy en día como un ícono del rock, en música y esencia, como una persona que entendió y protegió a su personaje en contra de muchos prejuicios infundados. “Show must go on” (“El show debe continuar”) fue interpretada hasta el final de su carrera, con maquillaje cubriendo el sarcoma que la enfermedad había hecho aparecer en su cuello. Ese es al que recordamos, con los gigantes dientes siempre perlinos, el bigote espeso, la poca estatura, la pasión al cantar, el enorme registro vocal, los pantalones de cuero, el sudor, los vasos de agua sobre el piano de cola y su única conexión con el público, al que podía tanto incitar a hacer un “pogo” asesino como ponerse a llorar desde las plateas.
      Según la religión parsi, es antinatural enterrar o velar los cuerpos en la tierra o en el agua ya que contaminan el medio. Por eso los cuerpos de los ortodoxos son dejados en torres para ser comidos por buitres y demás carroñeros y así los cuerpos vuelven a formar parte de la tierra. Su cuerpo no fue colocado en una de estas torres, pero sus cenizas fueron diseminadas por lugares que hoy en día se desconocen. Una vez más, Freddi se desvaneció en una nube de confusiones y pistas en falso. ¿Cómo velarlo o rendirle homenaje? No hace falta llevar una flor a ningún lado. Basta con conseguir una buena grabación de “Bohemian Rhapsody” o “Don´t stop me now” y dejar que los pelos se ericen al llegar al estribillo.
            Hasta siempre!!

Crítica


RESERVOIR DOGS (1992)
o “Perros de la Calle” – 99 minutos.
Dirigida por Quentin Tarantino.
Reparto: Harvey Keitel, Tim Roth, Michael Madsen, Chris Penn, Steve Buscemi, Lawrence Tierney, Edward Bunker, Quentin Tarantino

La tensión será única durante toda la película y queda bien claro en la primera escena. El público es bienvenido a una conversación amistosa entre hombres en una cafetería. Por una discusión inocua, se deja entrever la fibra nerviosa de cada personaje, todos ladrones, aclarando también al final la jerarquía dentro del grupo.
Una breve tanda de créditos y la parte en tiempo real de la historia obliga al espectador a pegarse a la pantalla: un auto a toda velocidad y en él un herido de bala se desangra en el asiento de atrás. Un crimen ha salido mal, y el espectador será el último en armar el rompecabezas.
Reuniones dentro del crimen organizado, historias, viejos arreglos, viejos “trabajos”, apodos… Todo lo necesario a saber de cada personaje se va desarrollando en flashbacks que complementan a la historia que ocurre en tiempo real.
“Reservoir Dogs” es un cuidadoso muestrario de ladrones; de la forma de reaccionar de cada uno ante una situación particular: uno de ellos debe ser una “rata”, un policía entre los ladrones, dado que han sido emboscados. Haciendo uso de truculentos recursos, Tarantino mantiene el suspenso hasta los últimos cuadros, donde se concluye en un standout mexicano de tres hombres y, muy sobre el final, la última pieza del rompecabezas.
Los personajes son llevados muy cómodamente por los actores seleccionados, llegando a ser un excelente desarrollo de perfiles.
Sin duda, un primer paso fuerte en el cine para Quentin Tarantino, que ya marcaría su impronta del oeste americano, con la atmosfera polvosa y reseca y una más que generosa cuota de sangre.

Subterráneos


“¿Cómo es viajar en subte? En 30 líneas”. Vaya consigna para una crónica de introducción. Viajar en subterráneo es, hoy en día, una experiencia tan íntima que bien se podría hacer una reseña extremadamente personal y subjetiva. Pero no nosotros, aspirantes de periodistas, diáfanos a la verdad.

Desde las escaleras que descienden a las estaciones, el aire cambia. Se vuelve más dulce, más cálido, más humano. Al poner los pies en vista a la boletería, la atmósfera cambió totalmente. Somos intraterrestres. Como hormigas, personas salen por los molinetes rumbo a las salidas (pues hay hasta seis por estación) en tandas de cuarenta o sesenta. Luego el caudal disminuye. La gente que quiere ingresar a los andenes se hunde entre la parva de gente que busca ascender y salir a la luz.
Inaugurada en 1930, la línea B de la Ciudad de Buenos Aire corre desde Villa Urquiza, con la estación Los Incas, hasta el correo central, en la estación L.N. Alem, en “el bajo” del centro porteño. De cabecera a cabecera y en horas pico, el tránsito de peatones a lo largo de esa ciudad subterránea llega a moverse por sí mismo, a las velocidades propias de los líquidos más densos. El movimiento perpetuo es algo que se puede llegar a ver con un lente positivista, pues así es también en los hormigueros. Dentro, los trenes distan de ser inutilizables, y gozan del crédito de la gente por sus acolchonados asientos con grandes resortes. “De todas las líneas, el más cómodo”- opinan algunos usuarios. El recorrido de la línea (que su empresa publica de 10,15 km) puede llevar entre treinta y cinco y cuarenta minutos. Mas el viaje incluso se torna grato con la presencia de algún que otro artista, “trovadores modernos” es lindo pensar.
En cada vagón uno puede darse el lujo de leer el libro de la realidad y mirar a la gente que lo rodea. De esta forma, el panorama va a ser una constante: oficinistas de pie que agarrados de los soportes metálicos charlan sobre su jornada, estudiantes jóvenes que cuchichean adolescentemente, señoras, señores, artistas, mendigos, parejas y ancianos. Nada que uno no viera en la superficie, pero aquí uno tiene la posibilidad de observarlos realmente (si se lo propone). La presencia de auriculares clavados en sus usuarios es vastísima. Sin embargo, quizás pueda ser inferior aún a la cantidad de teléfonos móviles que uno puede apreciar. Tres de cada cuatro personas (de las sentadas) tendrán el teléfono en la mano, esperando quién sabe qué, dado que revisan su pantalla intermitente.
Es una aventura. El lado positivo de un viaje sin oxígeno, que sigue prevaleciendo por ser más rápido que movilizarse sobre la tierra. La parte “hormiguita” que todos en el fondo tenemos, y que sale de vez en cuando, dosificada y en forma de rutina. 

Elecciones

¿Qué sería de la vida sin ellas? Primero y principal, ¿sería posible? o se trata acaso de una obligación ligada al desarrollo biológico a nivel especie. El raciocinio aplicado a la práctica. El análisis de diversas variantes y que simultáneamente afectan la resolución de esto que llamamos día a día. 
Elegir.
"Maluco" es una novela extraordinaria.Con dos narradores que operan en el mismo plano, el cronista (dado que quien lo ha escrito HA SIDO uno de los primeros cronistas con todas las letras; el libro en sí son las crónicas de un viaje). Napoleón Baccino Ponce de León narra su historia como bufón a bordo de una de las expediciones al Nuevo Mundo, en una flota que buscaba una isla abarrotada de especias y clavos de olor. Las peripecias de Juanillo (así llamado por todos) a lo largo de ese viaje; las penurias, el hambre, la enfermedad y la locura. Espléndidamente narrada, además, está dirigida a los ojos del rey, para volver a cobrar la pensión como navegante de Su Majestad que el príncipe le había arrebatado. Así que elige mezclar la crónica de viaje, descriptiva y emocional, con capítulos en donde sólo habla con el rey: presentándose, sugiriendo, pidiendo, etc. Esta isla que buscaban se llamaba Maluco, y a menudo Juanillo hablaba de cómo se convertiría en el Conde del Maluco, o quizás Rey del Maluco, como propone él mismo en cierta circunstancia. 
Es la elección 
de cómo ve uno las cosas, dice.
Por eso es que elegí este nombre para el blog.
Como un continente por ser conquistado, la Internet espera, finita pero en expansión, cada entrada. 
Trabajos prácticos, divagues, ensayos, críticas, cuentos y otras yerbas.

De paso, vuelvo a recomendar esa novela, es excelentísima, ronda las 300 páginas, dependiendo la edición y vale cada gotita de tinta.

La aventura está out


A veces, en determinadas y numerosas circunstancias, me detengo a pensar en cómo resolver un problema que puede llegar a venir en el futuro. Es ahí cuando inmediatamente descarto la salvaje y habitual primera idea de escapar a México. “¿Y por qué no?”, “¿Qué tan mal me puede ir?”, “Cómo voy a viajar ahora!”… Ayayay… Bendito racional y a la vez autótrofo represor es nuestro cerebro y sus propios caminos. Así que… ¿Por qué esa idea y qué cambió? Si no entienden, dicho de otra forma. El hombre antes pensaba distinto, en muchas formas, entre otras, el espíritu de aventura (a la vieja escuela), desapareció.
Claro que no todos fueron siempre un Indiana Jones, algún forajido que escapa al Oeste, pero es cierto que hubo una gran cantidad de gente que, impulsada por una aventura terrenal, se avecinaba a diferentes empresas.
Desde Odiseo que regresa a su Ítaca natal, luego de invadir Troya, los grandes navegantes que confeccionaron el actual planisferio. Hay miles de ejemplos, la fiebre del oro, las grandes migraciones, etc., etc. Seguro que también existan casos aislados contemporáneos, pero hace tiempo no escuchamos de ellos.
Esa parte de nosotros que nos lleva, que nos impulsa, pero no a ver una película o comprar el último teléfono, hablamos de aventura en serio, irse a las montañas, convertirse en geólogo, paleontólogo, quién sabe. Pero dejar lo que haya que dejar, e irse.
Hasta la música cambió gracias a la desaparición de esa pequeña personita. Creedence se volvió un clásico, pero ni cerca se compara en índices de escucha con ciertas bandas electrónicas de hoy en día. Bandas a nivel nacional como Árbol, Las Manos de Fillipi, Kapanga, Los Pericos, etc. si bien siguen sonando, no dejan de ser análogas en una era digital. Y a bien de unos y mal de otros, ya la música al aire libre, en contacto con la naturaleza, que nos transporta (TRANS-POR-TA), la aventura. Géneros como el surf que lo único que hacen es inyectar endorfinas al cuerpo y siempre con ese tono de historieta, también ha caído de los anaqueles de la habitualidad. Queremos más surf en la radio!
¿A DÓNDE SE FUE LA AVENTURA?
Todos los días Juan Pérez se embarca en un camino, en uno de los engranajes que debe hacer girar ese momento. Así interactúa con otros y sabe que cualquier movimiento desencajaría el juego de la máquina. Así que gira, clavado en una posición y sin posibilidad de alterar el funcionamiento. Pero eso también es un lindo laburito. Tomarse el bondi todos los días es una aventura, con diferentes personajes y escenas. Canto II: “El 86 a la oficina”. Y el trabajo de cada uno un diferente título. Y lo más lindo es que ocurre en una sola cabeza. Es nuestro juego. La dimensión análoga se anota un punto, y empata a la era digital (eso pasa cuando una producción es de manufactura mental propia individual y no producto absorbido a través de X dispositivo).
El cuerpo necesita estar en contacto con la tierra, la naturaleza, los bichos, y las cosas que a eso lleven deben ser geniales. Donde se dan la mayor cantidad de ocurrencias análogas que queremos. En momentos de reflexión, donde simplemente uno se ve sobre un paisaje. Está incluido en el panorama. Es ahí donde quizás, si hay suerte, te hace acordar esa parte dormida. Te suena. Se huele. E inconscientemente se recuerda. De niños jugar en la tierra era salvaje, era divino de alguna forma. Entonces fue una aventura. Y éramos nosotros los protagonistas, en tiernas inocencias y empolvados, mientras sonaba algún 70-80 en la radio, que las vivíamos.
Por eso me pareció agradable la idea de dedicarle unas pocas líneas a esto. Quizás así tengamos la posibilidad de hacer de cada día una aventura, ya que ya lo hicimos una vez. Ver cómo salen las cosas. Despegarse y desapegarse del circuito mediático unos momentos, de la masa y la globalización. Sentirse uno mismo el protagonista de acontecimientos que, cotidianos y habituales, si fuéramos a narrar un día nuestro de forma detallada cada uno merecería un párrafo, cuando no dos. Sentirnos héroes en nuestra rutina. Elige tu propia aventura, marinero…

El primer café del día

Con cada sorbo vuelvo de a poco a la vida. La garganta se entibia y ahora las palabras se endulzan. Ya no se sienten rotos los labios, ni la boca hinchada. Ahora todo templado y dulce, de ensueño y vuelve al sueño. Porque ahí estaba ella. Y yo la saqué, le prometí calidez, y juro a los dioses que traté de dársela, pero no pude, o quizás si y no fue suficiente. De todas formas ahora volvió, por su cuenta, habiendo saldado sus historietas oníricas y disponible. Vuelvo a hablar y las palabras endulzan mis oídos. Amen-.